domingo, 26 de noviembre de 2017

Infancia.

¡Hola amores! ¿Qué tal os va?

Hoy os traigo una entrada que para mi es muy especial. Como habéis leído en el título, hoy vengo a hablaros de mi infancia. Y voy a decir infancia hasta los 10 o 12 años, si os interesa, otro día os hablaré de ahí en adelante, que con eso podría escribir un libro...

Yo nací en invierno, y la verdad que mis primeros recuerdos, recuerdos de verdad, no recuerdos infundidos (con recuerdos infundidos me refiero a cosas que nos han contado tantas veces que pensamos que las hemos vivido), los tenéis en aquí, donde os cuento como fue mi historia cuando estuve malita.
A pesar de ese mal momento, tanto para toda mi familia como para mi, mi infancia fue bastante feliz. Era una niña que se crió entre muchísimas personas que, gracias a Dios, me querían mucho y me cuidaban, ya que mis tíos tenían un bar, mis padres les ayudaban y los fines de semana yo estaba allí. Siempre que pienso en esos momentos me recuerdo riendo, cantando y bailando.
Siempre me gustó bailar, de hecho, estuve en una academia de baile durante muchos años, pero por causas ajenas al baile lo tuve que dejar, y la verdad que, a día de hoy, lo sigo echando de menos, porque me sigue encantando bailar.

Y aquí estoy yo, bailándole a los amigos de mis padres, y riéndonos muchísimo en las fiestas de mi pueblo. 

Pero como os contaba, siempre he sido muy feliz. He tenido riñas con otras niñas como, supongo, la mayoría de los niños, porque al final, conviviendo con otras personas mucho tiempo, aparecen manías y otras cosas de otros que no nos gustan, al igual que nosotros no gustamos siempre del todo al resto del mundo. Pero, en general, siempre hemos tenido entre los niños de nuestra edad muy buena relación, como os digo, siendo niños.

¿Y vuestra infancia como fue? ¿Cuál es vuestro mejor recuerdo? Yo, felizmente, el único recuerdo malo de esa época es cuando estuve enfermita.

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domingo, 19 de noviembre de 2017

Momentos de relajación.

Llega un momento en el que necesitas desconectar. Toda la semana a rastras: Trabajos, exámenes, compras, presentaciones, un millón de cosas en la cabeza, otro millón de cosas por hacer, y menos horas en el día de las que necesitas. Y necesitas desconectar de todo eso y olvidarlo por un rato más que el aire que respiras, porque sientes que te va a reventar la cabeza.
Hoy vengo a enseñaros mi forma favorita de relajarme:
Buenas música, unas copas y amigos. 
En realidad, de todo eso, con la última parte es suficiente. Y es que solo las risas, las historias de hace tiempo o las anécdotas graciosas de la semana, tanto tuyas como de ellos, te sirve para que se te olvide por un momento todo lo que tienes en la cabeza.



Yo se que a veces preferimos la soledad, un café caliente y un buen libro, o tu película favorita. O simplemente estar tumbada en la cama sin hacer nada, escuchando tu canción favorita. Y piensas que desconectas, pero no. Al menos, yo no desconecto del todo. Al final le terminas dando vueltas a lo mismo todo el rato, o interrumpes tu rato de relax por algo que te acuerdas que tienes que hacer. 
Pero si estás con amigos, riendo y charlando, no puedes parar y hacer otra cosa, porque tampoco piensas en otra cosa, estás demasiado ocupada siendo feliz. Y eso realmente es perfecto para desconectar, ser feliz.


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domingo, 12 de noviembre de 2017

Mi primera vez.

¡Hola amores! Hoy vengo a hablaros de mi primera vez, de la primera vez que me enamoré.
Fue muy de repente, sin esperarlo. Estaba pasando por una de las peores rachas de mi vida, y me sentía muy sola, porque sentía que no podía contar con nadie y no podía decirle a nadie lo que me pasaba porque sentía que no me iban a creer, que no me iban a entender.
Y de repente, llegó él. Sin saber cómo ni por qué, le conté mi pasado y no huyó, simplemente me abrazó. Ese abrazo me llegó demasiado hondo, tanto que no quería que se acabara nunca. Cada día hablábamos un poco más, hasta que llegó el día en que le conté por lo que estaba pasando en ese momento. Me sentí segura y él me dijo que me iba a apoyar en todo.Yo no quería separarme de él, pero estaba en una situación en la que no podía dedicarle todo el tiempo y el amor que él merecía.
Yo estaba hecha un lío, mi cabeza decía que no estaba bien, pero mi corazón decía que luchara por él, mi corazón sabía que no me iba a fallar. Y así fue, mi vida dio un giro de 180 grados, y él siguió a mi lado. Estuvo conmigo, apoyándome durante noches enteras en las que no podía dormir, me hacía compañía y no me sentía sola, que era todo lo que yo necesitaba. Y entonces me decidí, pensé que no tenía ya nada que perder, pero si que podía ganar mucho.
Una tarde de invierno, llegó el momento del primer beso. El mundo para mi se paró, dejé de sentir el frío en mi piel. Fue un beso completamente diferente a todos los anteriores, tan diferente que al principio no supe como reaccionar, pero no quería que ese momento acabara nunca. Aún, casi después de dos años de ese beso, siento una sensación que nace desde mi estómago al recordarlo. Y poder repetir ese beso cada día me hace sumamente feliz.


Y que gran verdad es esa que dicen, que el primer amor no siempre llega en orden.

domingo, 5 de noviembre de 2017

¿Tengo un problema con la comida?

Como muchos sabréis ya, hace algún tiempo que pasé una muy mala racha. Una mala racha que duró casi cuatro años y que a día de hoy no he terminado de superar por los miedos que me ha creado, no solo por mi, sino por el miedo que me da hacer daño a los demás. Porque se lo que duele. Y a veces, vienen recuerdos a mi mente que me crean una ansiedad, tal que no soy capaz de controlar por mi misma. Antes intentaba calmar esa ansiedad con la autolesión, cosa que me di cuenta que no me ayudaba y que, gracias a Dios o a la vida, he ´"superado". Me costó mucho, y a veces, a día de hoy, sigo teniendo tentaciones, pero las controlo más o menos.
Y entonces, ¿cómo calmo mi ansiedad?

Desde el año pasado, estudiando el tema de la comida y los comportamientos que tenemos con ella, y observando mis propios comportamientos, me he dado cuenta que tengo un problema. No soy psicóloga, y puede que necesite ayuda profesional para superarlo, pero creo que darme cuenta de ello es un gran paso.
Cuando me pongo muy nerviosa, por cualquier motivo, recurro a la comida. El verdadero problema no es ese, ya que la mayoría de las personas, cuando están muy nerviosas, o comen más o dejan de comer. Mi problema va más allá, mi problema es que cuando empiezo a comer (y recalco, para calmar la ansiedad) no puedo parar, nunca siento que me he saciado y no paro hasta que no veo nada a la vista. Siempre voy hacia los mismos productos: chuchería, bollería, chocolate, etc., y luego me siento mal, tanto físicamente (porque me duele la tripa) como psicológicamente, porque después me siento incluso peor que al principio, no he solucionado nada y además me he metido un montón de mierdas que no son nada buenas para el organismo, pero siempre vuelvo a caer.
Soy una persona muy nerviosa, y en cuanto pasa algo, aunque para muchos sea una tontería, para mi es un mundo, un mundo que no puedo soportar, y termino recurriendo siempre a la comida. No se si ésto me pasa por algo que he vivido o porque de verdad soy así.

He intentado de mil formas dejarlo, he intentado no comprar chucherías y que toda la comida que tengo a mano sea sana, pero no me sirve. No me sirve porque no me calmo, porque me pongo cada vez más nerviosa, y siento que me traiciono a mi misma y me siento peor, y vuelvo a comer. Es como un círculo vicioso que no acaba nunca.





Creo que me gusta tanto esta foto porque me identifica, por esa ansiedad que me ahoga y que intento calmar con la comida y no puedo. Y a veces me ahoga, me siento presa de mi misma, es una sensación tan rara y desagradable a la vez...





Me encantaría terminar esta entrada con una solución, para que las personas que la lean y se sientan identificadas tengan una ayuda, pero no es así. No se como solucionarlo, y esta vez, la solución será individual para cada persona. Quizá algo que a mi me ayudó a otra persona no le sirva de nada.
Solo terminar diciendo que no estamos/estáis solas, hay gente que se siente así. Y estoy segura que hay gente que lo ha superado, así que nosotros/as podremos.